martes, 31 de marzo de 2015

Cantar a un atardecer

Ves al sol hundirse poco a poco entre las montañas, a veces orgulloso; otras, en cambio, parece pedir auxilio a gritos para no ser engullido por esos palmos de tierra. Ese atardecer es la línea que marca el limbo entre luz y oscuridad; para unos significa la decandencia del pobre mundo, para otros, el desafió con carácter caballeresco que trae la luna, deseando trazar aventuras entre esos carteles de neón que indican que la vida es tuya.
¿Qué pasa cuando observas con toda la paz el skyline de la ciudad?, bueno... Yo descubro el esplendor de unos edificios orgullosos que se muestran lustrosos ante la caída y nacimiento del sol, posando para una foto perfecta de magia y encanto. Pero también hay pesar, es cierto que a ojos de optimistas es más fácil reflejar esa euforia, pero toda alma humana siente la pena, la discordia de calles rebeldes que reclaman tener su sitio entre tanta novedad, o el llanto de las estatuas al ver que sí, son defensores de la ciudadela, pero tienen miedo pensando que cuando no estén ya no quedará nadie que la defienda.
El atardecer dice tantas cosas... Es una muestra clara de poder al igual que de decadencia. Al final no le queda más remedio que dejar paso a la luna, y es que un rey no puede tener todo el poder.

sábado, 14 de marzo de 2015

Comienzo

Siempre me creí un ser solitario, un lobo salvaje que no hacía más que aullar a una luna imposible de alcanzar con un grito desgarrador, pero en algún momento el lobo se calmó, se tumbó y durmió con el brillo de las estrellas como cúpula de plata y oro.
Es curioso, de sentirte siempre como un pájaro que no alcanza a volar llega un punto en el que lo raro para ti es sentir algo de vida pura, sin dolor. Siempre rodeada de fantasmas, al final he aprendido a vivir con mis propios demonios, sacando cada día la espada para ponerme en guardia.
Hasta que apareció en mi vida.
Y por eso te lo pregunto ahora, ¿crees en el destino?
Solo necesité un beso suyo para hacer que ese miedo a sentir algo muriese, el guerrero interior soltó la espada sin apenas conocerla pero con la total seguridad de que no había defensa necesaria en todo eso. ¿Qué haces cuándo te quitan la armadura y comienzan a borrar toda sombra de tus ojos?, bueno... Pues que dejas de vivir en gris y asfalto. Comprendes que hay algo mayor que todo tu miedo, una fuerza arrasadora que crece en tu interior con el espíritu de libertad de tu animal interior... Solo que sin ser una bestia.
Sus brazos se convierten en tu refugio; la casa en la que encuentras paz con solo aspirar su aroma. Sus labios, el mayor consuelo que has podido encontrar en mucho tiempo, con unos dedos delicados pero decididos que acarician cada palmo de tu piel como si se tratase de las cuerdas de un violín... Y sus ojos... Sabes que se han vuelto tu perdición, la luz que de alguna forma ha conseguido desterrar las sombras que había en ti.
Apareció cuando buscaba soledad, cuando me daba miedo ilusionarme... Y lo que consiguió fue hacerme ver que desde ese momento, no quería besar unos labios que no fuesen los suyos. Me está haciendo revivir, como un fénix que fue expulsado al exilio y vuelve con más fuerza que nunca.
Con ella me siento segura, a salvo de mis miedos, mis pesadillas, mis inseguridades... Tan mágica como una noche de estreno, con una sonrisa tan eterna como los aplausos de un público emocionado.